Por Darío Zambra B. / La Nación Domingo
Una de las cabezas del grupo Matte analiza las complejidades del más importante proyecto energético que se haya hecho en Chile. Defiende la energía hídrica, cuestiona la opción nuclear y critica la campaña en contra de las represas. De paso dispara contra las empresas que obstaculizan la sindicalización utilizando múltiples razones sociales.
Debe ser el más hippie entre los grandes empresarios chilenos. O por lo menos de la elite tradicional nacional. Mientras da la entrevista, Bernardo Matte Larraín suelta fácilmente frases como "uno siempre quiere seguir tratando de cambiar al mundo" o "a mí me interesa mucho la ecología". Declaraciones que evidencian que aún conserva algunos rasgos del hippismo que siguió en su juventud, en los años sesenta.
Claro que hace rato dejó de ser idealista y hoy es realista, "porque uno tiene que vivir de realidades", dice. Pero asegura ser un defensor de las ballenas azules del golfo de Corcovado, en Chiloé. "Las conocí mientras navegaba en mi yate Pisco Sour y la experiencia de verlas es realmente emocionante", cuenta.
Amante del montañismo y del mar "si no voy seguido, me pongo de mal genio", confiesa , el menor de los integrantes del influyente clan Matte Larraín reparte su tiempo entre las regatas y las mesas directivas que ocupa en Copec, la Bolsa de Comercio y en las empresas de la familia: la Papelera, Colbún y el Banco Bice, en estas dos últimas como presidente.
Sin embargo, hoy está concentrado casi al ciento por ciento en sacar adelante la más emblemática de las últimas iniciativas del grupo: el proyecto HidroAysén. Asociados con Endesa, su idea es construir en la Patagonia cinco centrales hidroeléctricas que generarán, en conjunto, 2.750 Mw para el hambriento sistema energético nacional.
Según el cronograma, en marzo próximo debieran presentar el Estudio de Impacto Ambiental que está listo casi en un 80% y la primera central debiera estar operando en cuatro años más. Matte está convencido de que cumplirán estos plazos autoimpuestos, pese a la fuerte arremetida comunicacional de las ONG que están detrás de la campaña Patagonia sin Represas.
¿Qué tanto le preocupa la campaña que están realizando los ambientalistas?
Es parte de las reglas del juego. Si hay gente que estima que no se deben hacer las centrales, me parece normal y legítimo. Sabemos que han gastado millones en la campaña y dicen que plata no les va a faltar. Y creo que eso es verdad, porque aquí hay plata extranjera. Están juntando buenas lucas y haciendo un buen negocio. A ellos la Patagonia les sirve para levantar fondos en Estados Unidos, que es donde se financian estas ONG. Pero en Chile se están construyendo varias otras centrales, sobre todo a carbón, que es la energía más contaminante, y ningún ambientalista reclama por el tema.
Pero aquí lo relevante es que es la Patagonia, un lugar intocable.
Más que intocable. Llevar gringos a Coronel o a Ventanas no tiene ningún brillo, no se consiguen lucas para eso, pero sí para la Patagonia. Dicen que les preocupa la inundación, pero al final lo que queda es un lago, que no es algo que atente contra el medio ambiente de manera brutal. De hecho, la gente de inmediato se empieza a comprar sitios a la orilla del lago. Sólo basta ver Rapel. En todo caso, la parte inundada es mínima. En proporción, es como si en la Región Metropolitana se inundara una superficie similar a una cancha de fútbol.
Hace algunos meses anunciaron que el proyecto pasaba de inundar nueve mil hectáreas a 5.900. ¿Es posible reducir aún más la superficie?
No. Ese es el mínimo. Aquí ya raspamos la olla en cuanto a inundación.
¿Qué fue decisivo en esta reducción? ¿Los estudios del MOP?
Cuando hicimos la asociación con Endesa decidimos ir a la zona y darle una mirada al proyecto no desde el punto de vista de la ingeniería, sino del medio ambiente.
¿Una especie de sello Matte?
No, porque esto fue una cosa de común acuerdo con Endesa. Decidimos meterle todos los elementos que hay que considerar para hacer un proyecto de cualquier tipo. Hoy en el mundo no se puede hacer un proyecto si es que no se le incorpora la mirada del medio ambiente y la comunidad. El mundo ha cambiado en ese sentido.
Sin embargo, el mayor temor de los ambientalistas es que si se da luz verde a HidroAysén se comience a represar toda la Patagonia. Las eléctricas ya compraron todos los derechos de agua de los ríos de la zona.
No creo que suceda. Uno no puede llegar y construir centrales en cualquier parte y decir "en cada río se hace una represa". No se puede. También tenemos que traer la energía y la línea de transmisión que vamos a construir ya está copada, no puede sumarse otro proyecto. Para más centrales se necesitan más líneas, y eso no es tan fácil. Pero todo esto es un juego de opciones, sobre el tipo de electricidad que queremos tener. Si Chile no quiere que se hagan las centrales en Aysén, no se hacen. Pero tenemos que estar conscientes de que si no es así es necesario realizar algo más, sean centrales nucleares o a carbón.
Usted ha dicho varias veces que sin centrales en Aysén se corta la luz.
Lo que he dicho es que si no se hace hay que reemplazarlo por algo. Pero esos reemplazos dañan más al medio ambiente que nuestro proyecto. Lo que no se puede hacer es reemplazarlo con energías renovables no convencionales. Eso no lo duda nadie. Por un tema de tecnología y porque es mucho más cara. Para la gente no es lo mismo pagar una cuenta de diez lucas que una de veinte. Los grupos ecologistas son rebuenos para criticar y no proponen nada.
Lo que ellos plantean es cambiar el actual modelo de desarrollo.
Ese es otro tema. Ellos creen que el mundo está sobredesarrollado, y para eso lo principal es detener la energía y el crecimiento. Están en su legítimo derecho, pero no estoy tan seguro de que sea lo correcto. Mi dicho es que no hay ecologista pobre y para ellos es refácil decir "detengamos el crecimiento". Como Tompkins, que tiene 300 millones de dólares en el bolsillo. Yo no sé si un estudiante de Puente Alto esté de acuerdo con esa teoría. Es normal que hagan esta arremetida. Pero si crees que pienso que los gringos pueden parar el proyecto, yo creo que no.
Usted siempre le pega palos a los gringos que van a la Patagonia a tirarse en balsa.
A mí también me encanta tirarme en balsa, pero creo que la energía de Chile no la van a decidir ellos. La gente de Coyhaique sabe que los extranjeros se tiran en balsa, encuentran todo precioso y se van. Están acostumbrados a eso. Y podrá venir una actriz muy bonita, sería ideal que en bikini, y punto. No me hago mala leche por eso. Pero soy un convencido de que Chile debiera desarrollar un modelo energético basado en energías renovables. Por eso admiro el modelo de Nueva Zelandia, que también utiliza harta agua, que es una energía limpia y renovable.
Dentro de esta estrategia, ¿usted deja fuera la energía nuclear?
Sí, porque los más optimistas reconocen que antes de quince años no puede haber energía nuclear en Chile. Antes se requiere el conocimiento y los profesionales, y eso no lo tenemos.
Quienes hacen lobby por la energía nuclear dicen que el plazo es mucho menor.
Los vendedores de máquinas dicen ocho años, pero ellos están interesados en que compren sus productos. Nadie duda de que hasta el año 2020 por lo menos no habrá energía nuclear en Chile. Y yo espero no estar trabajando en 2020. Pero como empresario me tengo que preocupar de que en tu casa haya luz mañana. En todo caso, preferiría no tener una planta nuclear junto a mi casa. Si me preguntas si prefiero una central hidroeléctrica o una atómica, no lo dudo ni un segundo.
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lunes, 24 de diciembre de 2007
Bernardo Matte Larraín presidente de Colbún, Dedicado por completo a sacar adelante y a tiempo las megacentrales de Aysén
Publicadas por Patagonia Under Siege Editor 3 a la/s 4:56 a. m.
Etiquetas: chile, colbún, endesa, energia, HidroAysén, matte, patagonia