viernes, 21 de diciembre de 2007

Patagonia Sin Represas


por Malu Sierra
The Clinic

La imagen del paisaje patagónico atravesado por torres de alta tensión ya está en el imaginario colectivo. Los más de 40 mil blogs recogidos por la página www.patagoniasinrepresas.cl en un mes de campaña, dan cuenta del interés de gente de todo el mundo y el horror que les causa la destrucción de uno de los últimos rincones prístinos del planeta, donde la naturaleza todavía puede expresarse en plenitud. Que empresas, con excesivo fin de lucro, se atrevan a represar el río Pascua, el Baker, el Cuervo y, más adelante, el Puelo, el Futaleufú, todos los ríos de la Patagonia, para surtir de electricidad a Santiago, a 2 mil 300 kilómetros al norte, parece cosa de locos.

Pero… pero ¿cuál es la alternativa? nos preguntamos todos. La nuclear, que a muchos les gusta mucho($$$$$), de ninguna manera. Es irnos un siglo hacia atrás. Nicolás Sarkozy dijo: no más centrales nucleares en Francia. Y no más carreteras ni aeropuertos. Se hará una nueva línea férrea de norte a sur y se privilegiará el transporte fluvial. Pero nosotros, ¿qué podemos hacer? En primer lugar, dejar de derrochar la energía, como lo están haciendo los signatarios de la OCDE (Organización para la cooperación y el desarrollo económico). Y luego acudir a los cientos de estudios, que ya están hechos, sobre cómo aprovechar el viento, el sol, el mar, y también los ríos, pero no represándolos, que es lo mismo que matarlos, sino con las menos invasivas centrales de pasada.

Ya arruinaron el río Bío Bío a pesar del repudio de la mayoría. Dijeron que construirían seis represas, con lo que asegurarían el suministro constante. Hicieron sólo dos, Pangue y Ralco, que este año, con un 47 por ciento de déficit de agua, no han respondido a las promesas. De paso, cuando hay demasiada agua, abren las compuertas e inundan los pueblos río abajo. Los millones que gasta Endesa y sus socios en lobby y enormes campañas publicitarias (lo mismo hace Arauco con sus “caritas”) estarían mejor empleados en investigaciones propias de las energías alternativas no contaminantes. Tienen a sus mejores ingenieros poniendo la cara y maquillando de verde a sus empresas en lugar de explorar las posibilidades de energía eólica, geotérmica, solar o de las mareas. Y, también, dónde se podrían instalar estos parques energéticos. Su implementación es más cara que las represas en términos de dinero, pero muchísimo más barata si consideramos el costo del desastre ambiental y la destrucción del ecosistema patagónico que estas suponen, además del absurdo que Chile les regale el más esencial de sus recursos: el agua. Si se consideraran dichas alternativas de generación de energía, las empresas en cuestión sólo ganarían un poco menos…pero la codicia es parte de su código de conducta.

En 1981 los ministros de la dictadura redactaron y aprobaron (no había Parlamento) un Código de Aguas hecho a su medida. Separaron el agua de la tierra y crearon un mercado de derechos de aprovechamiento del recurso hídrico en Chile. El agua ¡el agua! se convirtió en un objeto para lucrar. Los estudios hechos por universidades y por la CEPAL advierten que “existen evidencias de monopolización de derechos otorgados bajo el Código de Aguas de 1981, en cuencas específicas, en derechos consuntivos y no consuntivos”. Ninguna novedad. Hasta entonces el derecho de aprovechamiento sólo se podía adquirir en virtud de una merced concedida por el Presidente de la República. Chile es un caso de estudio, el único país en el mundo donde los derechos se entregan sin condiciones, úsense o no las aguas, en circunstancia que es un bien escaso de uso público.Donde el agua se puede vender, arrendar, hipotecar. Los proyectos o anteproyectos presentados por los gobiernos democráticos para cambiar esta situación han recibido el total repudio de los que siguen aprovechándose de un Código leonino. Desde luego los propios empresarios, Endesa España, la familia Matte y Arauco, de Angellini, reunidos en Hidroaysén, bien protegidos por la derecha política. Seguramente buenos católicos que aún no asumen que el ecocidio es un pecado mortal. ¿No sería bueno pensar en nacionalizar las aguas? ¿Impedir el monopolio de Endesa que posee los derechos de todos los ríos? Sarkozy, elegido por la derecha, se atrevió a enfrentar a las transnacionales. También Schwazenegger, en California, ha impuesto normas “políticamente incorrectas”.¿Por qué no Chile? Aysén, Reserva de Vida, no quiere que le instalen esas moles por ningún motivo. Sus habitantes tendrían que soportar los largos años de construcción, caminos, campamentos, maquinaria pesada. Un infierno. La Patagonia es patrimonio de la humanidad y en esta campaña de Patagonia sin Represas estarían desde Al Gore hasta el príncipe Carlos de Inglaterra, conocido ecologista. Si se hiciera una encuesta a nivel nacional estoy segura que la respuesta sería No a las Represas, pues salvo el Colegio de Ingenieros (experto en represas), la Confederación de la Producción y el Comercio y otros conglomerados empresariales, que ya se pronunciaron contra la modificación al Código de Aguas (y a favor de las represas), la gente--nosotros--no queremos que unos pocos sigan enriqueciéndose a costa de los recursos naturales, que son de todos. Especialmente con el cambio climático encima, como espada de Damocles. Tal vez a eso se le podría llamar “cohesión social”, la última impronta de la Cumbre de las Américas.

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