23/11/2007 AP
Los científicos pronostican que todos los glaciares en la región del trópico desaparecerán a mediados de siglo.
EL ALTO, Bolivia.– Dos veces al día, Elena Quispe recoge agua de un grifo en una polvorienta barriada a las afueras de esta ciudad, llena tres botellones de plástico y los carga en una endeble carretilla hacia su modesta casa de adobe donde vive con su esposo y ocho hijos.
Pero ese suministro de agua está en peligro.
El Alto, la ciudad hermana a La Paz, la capital más alta del mundo, depende de glaciares para obtener por lo menos un tercio de su agua, más que ninguna otra población urbana.
Y esos glaciares se están derritiendo rápidamente debido al recalentamiento global.
Al ser informada de esa amenaza, Quispe, una indígena aymara de 37 años, muestra señales de alarma en su curtido rostro.
“¿De dónde vamos a sacar agua? Sin agua ¿cómo vamos a vivir?. Sin agua nada puede vivir'’.
Los científicos pronostican que todos los glaciares en la región del trópico de los Andes desaparecerán a mediados de siglo.
Las consecuencias no sólo las sentirán en La Paz-El Alto, sino también Quito, en Ecuador, y Bogotá, Colombia.
Más de 11 millones de personas viven en esas ciudades y sólo El Alto se está expandiendo a una tasa de 5% al año.
El derretimiento de los glaciares amenaza no sólo el agua para beber, sino también las cosechas y las plantas hidroeléctricas de las que dependen estas ciudades.
Los países afectados necesitarán cientos de millones de dólares para construir embalses, redes de distribución y plantas de gas o crudo, en desembolsos que sencillamente no pueden hacer porque no tienen el dinero.
“Somos nosotros quienes menos hemos contribuido al calentamiento global y nos llega la cuenta más grande'’, se lamenta Edson Ramírez, un especialista en hidrología que coordina un proyecto patrocinado por las Naciones Unidas, Francia y Japón para cuantificar los daños exactos en el frágil ecosistema de los Andes, consecuencia del uso en las naciones industrializadas de más gas que generará más contaminación.
Bolivia, el país mas pobre de Sudamérica, es responsable por sólo 0,03% de las emisiones de dióxido de carbono en el mundo, gases que son responsabilizados por los científicos del recalentamiento global, dijo Ramírez.
Estados Unidos, en contraste, emite cerca de un cuarto de todos los gases.
El presidente boliviano Evo Morales, en una entrevista con Associated Press a comienzos de este mes, dijo que buscará alternativas legales si los países ricos no acuerdan pagar por el daño que han causado en el mundo en desarrollo.
“Yo siento que no es una cooperación. Es obligación'’, dijo Morales.
El secretario general de las Naciones Unidas Ban Ki-moon ha exhortado a que un nuevo tratado internacional sobre el clima ofrezca financiamiento para ayudar a los países pobres al combate de esos dañinos efectos.
Ban hizo su recomendación hace poco tiempo, cuando científicos de Naciones Unidas divulgaron un informe afirmando que los 40 países más industrializados produjeron 46% de los gases de efecto invernadero en el año 2004.
A partir del 2009, la demanda de agua en La Paz-El Alto superará la oferta, según cálculos del gobierno.
Sin urgentes y caros proyectos –que sólo están en la fase inicial de planificación– abastecer, incluso a la población actual de 1,7 millones de personas será imposible, dijo Oscar Paz, director del programa de cambio climático de Bolivia.
Temores similares se escuchan en Quito, que obtiene menos del 10% de su agua directamente de los glaciares Antizana y Cotopaxi, pero mucho más de fuentes que ellos alimentan.
Se espera que la capital ecuatoriana comience a tener problemas de abastecimiento en 2015, incluso con el pleno funcionamiento de proyectos que ya están en ejecución, como nuevos embalses.
Así que los quiteños planean hacer un túnel de 1.100 millones de dólares a través de la cordillera y llegar a la cuenca Amazónica, dice Edgar Ayabaca, director del proyecto de la ciudad llamado “Ríos del Oeste'’.
Según Ayabaca el proyecto del túnel debe comenzar en el 2010 para que el suministro pueda cubrir la demanda. La suerte de Bogotá es menos clara.
La ciudad obtiene 70% de su agua del páramo alpino, una frágil esponja de vegetación y tierra cubierta con frecuencia por nubes, lo que podría secarla a altas temperaturas.
Las temperaturas promedio en El Alto, en Bolivia, y las elevadas planicies cercanas han subido en 1,8 grados Fahrenheit sólo en los últimos tres años, de acuerdo con el Servicio Nacional de Meteorología e Hidrología.
Y el derretimiento de los glaciares andinos se ha acelerado desde 1980, indican estudios hechos en los glaciares bolivianos, ecuatorianos y peruanos.
Estos glaciares sirven como absorbentes naturales de la lluvia, acumulándola durante la temporada de invierno y liberándola durante la sequía.
Su reducción desembocará en menos lluvias porque colaboran en reducir la pérdida de humedad en el aire de la cuenca Amazónica, afirman los científicos.
“Todos estos ecosistemas están cambiando rápidamente. De hecho, cada año cambian a un ritmo más rápido, lo que nos tiene a todos alarmados'’, dijo Walter Vergara, especialista en clima del Banco Mundial para América Latina.
Las señales de la confusión ecológica ya son evidentes.
Hace dos años, dijo Ramírez, descubrió por primera vez mosquitos, moscas e incluso mariposas en la base de uno de los glaciares.
Otro cambio: se han reportado casos de malaria, una enfermedad de tierras bajas, en El Alto, que está a dos millas y media por encima del nivel del mar y de vez en cuando recibe algo de nieve.
En El Alto, decenas de miles de los 850.000 residentes carecen de agua corriente. Cuántos exactamente, depende de a quien se pregunte.
El director de obras publicas, Edwin Chuquimia, afirma que es mas de la mitad.
La empresa publica de agua, EPSAS, dice que es mucho menos. Los dos casi secos ríos de la ciudad son como cloacas abiertas.
Abundan los pozos de fabricación casera. Un 40% del abastecimiento del agua de El Alto se pierde en goteras en las tuberías, casi la misma cantidad en Quito y Bogotá.
La regla de oro del gobierno de Morales: nadie puede sacar ganancias de la venta de agua. Los críticos afirman que con tal filosofía no se consigue el dinero necesario para las urgentes inversiones que se precisan.
Proyectos de infraestructura que totalizan los 60 millones de dólares pueden garantizarle a El Alto-La Paz suficiente agua para la próxima década o más, dijo el director de EPSAS, Victor Rico, pero la empresa no tiene mas de 1,5 millón de dólares al año para invertir.
Rico se ha asegurado un préstamo de Venezuela de 5,5 millones de dólares y afirma que tiene promesas de la Unión Europea por otros cinco millones de dólares, la posibilidad de un financiamiento canadiense de ocho millones de dólares, así como fondos de Japón y el Banco Interamericano de Desarrollo.
Una disputa sobre el uso de tierras ya canceló en marzo una iniciativa financiada por Suiza, con dos millones de dólares, para construir dos plantas de tratamiento de agua en El Alto, dijo Thomas Hentschel, el gerente del proyecto.
“A mí me ha dado mucha pena, porque hay necesidad'’, dijo Hentschel.
“Se quedó todo en el aire'’. Los corresponsales de Associated Press Dan Keane en El Alto, Bolivia, y Gonzalo Solano en Quito, Ecuador, contribuyeron a este reportaje.
AP
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viernes, 23 de noviembre de 2007
El suministro de agua, en riesgo en Los Andes por recalentamiento global
Publicadas por Patagonia Under Siege Editor 3 a la/s 2:17 p. m.
Etiquetas: agua, calentamiento global, glaciares, latinoamerica, los andes